¿Por qué escribo? Escribo para ser feliz me paguen o no por ello. Es una enfermedad haber nacido así. Me gusta hacerlo. Lo cual es aún peor. Convierte la enfermedad en un vicio. Además, quiero hacerlo mejor de lo que nadie lo haya hecho jamás. (Ernest Hemingway)

No escribo porque me sobra el tiempo, lo hago porque me hace realmente feliz. El verme esenciada en mis personajes, más humana, más cruel...realmente no tiene precio.





martes, 29 de enero de 2013

:)


Y en vez de seguir llorando me animaré a mí misma. Con palabras dulces pensaré que no estoy tan equivocada, que a veces derrumbarse no es ser débil, que tan solo es prueba de ser fuerte por demasiado tiempo. Leeré poemas de Neruda y citaré a Shakespeare, rebuscaré entre la letras de Benedetti y encontraré algún poema de García Marquez. Entonces me detendré de llorar y escucharé a Beethoven, repetiré veinte veces el nocturno de Chopin y cantaré en murmullos a Bocelli . Cerraré los ojos y sonreiré con fuerza, entonces volveré a estar bien. Estar mal será un recuerdo pasajero, vago e impreciso. Sonreiré con fuerzas, cien, mil, millones de veces más.

domingo, 20 de enero de 2013

El punto final


Me gustaba su sonrisa.
Sí, de esas que enamoran.
De esas que suenan a burla o broma.
Me gustaban más sus ojos.
Esos que no podían mentirme.
Como el café de las mañanas.
Siempre amargo, siempre triste.
Me gustaban sus idiotadas.
Me pregunto si alguna vez dije cuán divertido era.
Quizás solo bromeaba con lo molesto que sería.
Incluso si todo valía la pena.
Me gustaba su imaginación.
De esa que arma vidas paralelas.
Saltas, corres, vuelas, brincas
sin importar el día o la luna llena.
Me gustaban sus faltas ortográficas.
De esas que causaban dolor ocular.
Los tres puntos donde no debían ir.
Las comas donde no tenían lugar.
Me gustaba mentirme a mí misma.
Soñar con lo que no podría pasar.
Dar tres pasos en un solo día.
Uno adelante, dos nuevos atrás.
Me gustaba olvidarle con el tiempo.
Más que todo, más que nada.
Desde el comienzo y hasta el final.
Borré dos puntos, borré las comas
Borré el comienzo, dejé el final.
No hay peor muerte que al que se olvida...
y no hay peor vivo que al que no se quiere recordar.

domingo, 6 de enero de 2013

Sal con una chica que no lee


Un nuevo texto que encontré y quería compartir con ustedes. 
Sal con una chica que no lee 
(Por Charles Warnke)
Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela. 

Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta. 

Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe. 

Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar.

Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato.

Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo continuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida. 

Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza. 
No salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada. Por eso, largo de aquí, chica que lee; coge el siguiente tren que te lleve al sur y llévate a tu Hemingway contigo. Te odio, de verdad te odio.



martes, 1 de enero de 2013

"Enamórate de una mujer que lee"


El texto me ha encantado y lo comparto con ustedes. ¡Un buen año para todos!

 Enamórate de una mujer que lee 
(Jimena Ulloa Cruz)

"Enamorarte de una chica que lee es probablemente la decisión más inteligente que realices en tu vida. O quizás no. Porque salir con una persona que conoce y vive inmersa en páginas es una conversación cultural y entretenida asegurada. Salir con alguien que gasta una parte aunque ínfima sea de su sueldo en novelas y libros en lugar de ropa, zapatos y accesorios es algo que te aseguro considerarás inspirador y diferente.


No tiene nada de malo salir con una mujer que lee porque es un hábito que probablemente le ha sido inculcado desde pequeña y suele por lo tanto ser una chica que aprecia las buenas y sencillas cosas que brinda la vida. Es una mujer disciplinada.  Probablemente, también tenga una tarjeta de suscripción a una biblioteca y un estante personal en su cuarto lleno de novelas de todo tipos y autores.

Encuentra una chica que lee. ¿Qué esperas? Rápidamente conocerás que es una lectora asidua porque en su cartera o bolso llevará un cuaderno lleno de historias llamado libro. La identificarás porqué cada vez que le preguntes a dónde desearías llevarla en una cita, ella te responderá con destellos en sus ojos, a una libería de novelas originales. Es ella. Es la que en su cumpleaños anhela una novela o una nueva historia en dónde encaminarse. Ella es la cita ideal.

¿Ves a esa chica un tanto diferente observando libros como si un hechizo fuera? Ella es la lectora. No podrá resistirse jamás a el olor de páginas recién editadas o libros antiguos. Ella es la persona más incomprendida pero interesante que jamás puedas encontrar.Es aquella alma, sentada en la silla de un café, el asiento de un tren o un bus, leyendo mientras espera a aquél hombre que comparta sus aficciones y juntos empiecen a conversar de cosas que realmente valen la pena.


Si observas cautelosamente, podrás darte cuenta que su café esta frío y su comida también. Lo está porque se ha quedado absorta en la historia que la ha llevado a otra dimensión no existente en este mundo. Pregúntale que lee. Inténtalo y te mirará un poco indignada, pues a los verdaderos lectores no nos gusta ser interrumpidos en esta travesía. Sin embargo; siéntate a lado suyo y obsérvala. Te darás perfecta cuenta que ella es una obra maestra incomprendida en un mundo de gente que desea vivir rápidamente.

No seas cobarde e invítale otra taza de café. Y pregúntale si leyó alguna vez "El Túnel" de Ernesto Sábato o "La Tregua" de Mario Benedetti. Si te dijera que no, indaga sobre sus gustos y te aseguro quedarás gratamente sorprendido y probablemente se te haga tarde,pues las horas con este tipo de chicas pareciera no existieran.

Ten cuidado. Puedes estar al frente de una farsante. Las mujeres suelen utilizar a veces la inteligencia como forma de seducción; es por ello que analiza bien a esta lectora y pregúntale cosas profundas y que requieran de una vida lectoral verdadera. Si es una lectora asidua, no habrá problemas y ella te responderá gustosa lo que tú le indagues.Reitero, sé cauteloso y si ella no es lo que esperabas ser, introdúcela en el mundo de las historias sin fin, en el mundo mágico de los libros.


Es fácil conocer a una persona que lee. Es aquella chica que añora novelas en su cumpleaños, se desvive al pasar por una librería o biblioteca. Admira a la gente que tiene un vocabulario extenso y una fluidez de palabra admirable. Es aquella que valora un poema como regalo o una cita literaria como frase de motivación. Dale a Neruda, a Rubén Darío, o a algún libro de Nobokov y hazle saber que tú entiendes que las palabras son amor puro cuando las dices con sentimiento verdadero.

Debes comprender que ella es una persona complicada pero sencilla al mismo tiempo. Aunque suene ilógico, ella preferirá vivir en un mundo de historias. Pero sabrá distinguir perfectamente la realidad de la ficción. Y ten cuidado, pues querrá a toda costa que su vida se asemeje a la de su novela favorita.


Consciéntela. Llévala al mundo real. A pesar de sus negativas al comienzo de tu propuesta, intenta que se reinserte junto a ti en el mundo de los vivos y no de los personajes ficticios, princesas, villanos, superhéroes o mujeres con superpoderes. Le harás un favor. Aunque este dure poco. Pues la lectora es obstinada y regresará a sus aficciones a toda costa.

Tiéntale. Coquetéale. Mírala de reojo. Báilale. Haz todo lo que quieras delante de ella mientras lee una novela y es de su gusto. Será todo en vano. Ella no lo dejará. Es igual que cuando un hombre mira el fútbol o juega un videojuego. La lectora es imperturbable y a pesar de que hagas todo por llamar su atención, ella mirará de reojo y si no ve que el mundo se está acabando o el lugar dónde se encuentre incendiándose, ella no moverá ni un  músculo, sólo el de sus manos para pasar las páginas de su amado libro.


Decepciónala. La verdadera lectora sabe que todo tiene un límite y hasta la mejor historia, la más romántica o emotiva tiene una parte triste y desalentadora. Asimismo, sabe que puede existir una segunda parte y se puede volver a empezar una y otra vez sin perder el heroísmo en la novela. También es perfactemente consciente de que en su vida, se encontrará con muchos villanos. Las páginas de un libro le han enseñado a cómo vivir. Y la han hecho madurar.


Finge ser alguien que no eres. Ella lo tomará como la cosa más normal del mundo. Vive en un mundo de ficción que probablemente te entenderá. Y cariñosamente te dirá que no es necesario que lo hagas. Te aceptará tal y como eres, porque para ella todo es posible tanto en su libro como en la vida real.
Si te encuentras a una chica que lee. ¡No seas tonto! Manténla cerca, abrázala y conversa con ella. Si la encuentras llorando a las 2 a.m en alguna parte del mundo, será abrazando a un libro con los ojos empañados por la historia tan enternecedora o dramática que le toco disfrutar ese día. Es muy probable que la pierdas durante dos o tres horas. No seas celoso, es normal. Ella te engañará con un libro nunca con una persona.

Probablemente le propongas matrimonio en la montaña más alta de tu país. En un concierto de rock. En un globo aeróstatico o en un crucero por el mundo. O quizás le formules la pregunta vía webcam en tu computadora. Con una mujer que lee nunca se sabe. Son las personas más versátiles pero más originales que puedas encontrar. 


Si ella realmente te ama. te dirá que sí con una gran sonrisa en el rostro. Con una parecida a la protagonista más bella de alguna de sus historias. Y juntos crearán una historia; SU propia historia. No podrás creer que has logrado conquistar a esa mujer que representó un total misterio cuando la viste por primera vez. Ella es por supuesto un reto. Una mujer culta es siempre un reto. Empezarán a escribir su propio libro de vida, y te sentirás dichoso cuando mientras la amas en una cama, al finalizar este rito de amor no sólo tendrán cosas vanales de las que hablar; sino asuntos que te iluminarán y te hará amarla aún más.

Eso es verdadero amor.

La admirarás pues no permitirá que tus hijos se vayan a sus clases sin haber repasado sus materias. La amarás aún más cuando la veas junto a ellos con un ignorado televisor apagado en frente y un libro de cuentos que los acurrucará por siempre. Ella les leerá "La Aventuras de Tom Sawyer" ó "El Principito" y cuando los pequeños se duerman te mirará con tanto cariño que se deberá simplemente al hecho de estar juntos en ese momento de manera correcta y llena de amor.

Enamórate de una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces a una persona que sea más que faldas cortas, ropa ajustada, tacones altos o maquillaje excesivo. Te mereces a una chica que te brinde la vida más colorida y creativa que puedas imaginar. 


Si eres un hombre que desea vivir en la monotonía y en el mundo inculto, ignorante, sedentario, con sesiones de medio cocinar y horas trilladas y perdidas; no busques a una lectora. No lo intentes. No las lleves a tu estilo de vida. Déjala ir. Ella no merece eso. Ella es diferente.


Pero si quieres vivir. Si quieres ver el mundo desde otro punto de vista. Si te consideras no sólo un conjunto de moléculas y átomos. O si simplemente quieres ver que hay más allá : Enamórate de una chica que lee.

O mejor aún, enamórate de una mujer que escriba."



Datos sobre el autor: Escrito por Jimena Ulloa Cruz
Estudiante de Ingeniería Industrial que ama los libros y novelas de todo tipo. Tiene un certificado profesional en Inglés Avanzado y conocimientos Intermedio en Diseño Web y Redes Sociales. Trabaja actualmente. Además de ello suele dedicar muchas de las horas de su tiempo al deporte. Si deseas contactarte con ella: https://www.facebook.com/jime.ulloacruz.