¿Por qué escribo? Escribo para ser feliz me paguen o no por ello. Es una enfermedad haber nacido así. Me gusta hacerlo. Lo cual es aún peor. Convierte la enfermedad en un vicio. Además, quiero hacerlo mejor de lo que nadie lo haya hecho jamás. (Ernest Hemingway)

No escribo porque me sobra el tiempo, lo hago porque me hace realmente feliz. El verme esenciada en mis personajes, más humana, más cruel...realmente no tiene precio.





jueves, 28 de marzo de 2013

Gracias por tu sonrisa


Recuerdo tu sonrisa, era hermosa. En invierno y en verano, siempre ahí. 
Hoy es tu entierro, partiste, estás muerta. Y no, no estaré ahí.
No porque no te quiera, no porque no te lo agradezca. 
Es porque ya estás muerta y eso es no estar ahí.
Te dejo en mis recuerdos, presente y ausente a la vez.
Y mientras no olvide tu sonrisa, continuarás en mi mente...
Estarás muerta para ellos, para mí, vives aquí.

lunes, 11 de marzo de 2013

Capítulo 10: El sujeto del altillo


El alma de una suicida
Capítulo 10: El sujeto del altillo

No quería dar credibilidad ante lo que mis ojos presenciaban. No existía duda alguna, ese hombre era mi padre y estaba engañando a mi madre. Era un error pensar que mi vida no se iría directo al  precipicio.
Corrí a gran velocidad para dar la vuelta, y que el par de tórtolos no se dieran cuenta de mi existencia. Cuando al fin sentí la puerta de mi casa,  los dos amantes continuaban abrazados. Entré llena de un sinfín de emociones, pero sobre todo, la ira, rabia y tristeza.
-Gracias a Dios que has llegado antes que papá-dijo Jacob al verme-hubiera sido un problema si te encontraba afuera.
No pude balbucear palabra alguna. Le entregué el comprado y subí de inmediato a mi habitación.
No quería saber nada. No podía soportar la imagen que acababa de presenciar en mi cabeza, pero lo había visto, podía dar fe de ello.
Los gritos no se hicieron esperar, de seguro mi padre estaba enojado por mi falta de presencia. Bajé los escalones, dudosa de la forma en que debía tratar a ese traidor.
-Yo vengo cansado de trabajar y resulta que la estúpida de mi mujer no está y tu hermana está en su cuarto-gritó a Jacob-¿Acaso no pueden recibirme como es debido?
¿Quién se creía él para hablar de esa forma?, seguramente tenía esa amante desde hace tiempo, ¿Acaso no le bastaba engañarnos?
-Tú, chiquilla, ¿qué no sabes saludar?-me apuntó furioso.
-No. Yo no saludo a una porquería-aventuré a decir. No podía calmar la adrenalina que circulaba en mis venas.