El alma de una suicida
Capítulo 8: Entierro
de los años
La nueva mañana del mes de Agosto nos recibió pensativas. Habían pasado dos semanas desde nuestra última visita a ese barrio. Nos habíamos detenido en volver a entrar a la casa de Alfonso, teníamos muchas preguntas sin respuesta, demasiadas para mi poca paciencia.
-¿No
deberías ir a la universidad?-me recordó Melinda.
-Tengo
clases en tres horas-avisé-ya mismo me alisto.
Me
quede viéndola, seguía pensativa. Al parecer no se podía quitar las dudas de la
cabeza, se clavaba las uñas en su largo cabello de la amargura. Ella estaba tan
metida en aquella búsqueda como yo.
-¡No
lo entiendo!-exclamó furiosa consigo misma, mientras apretaba sus puños con
fuerza-he intentado buscar todas las posibles razones por las cuales esa joven
nos mintiera, simplemente no lo entiendo.
-Cálmate-le
pedí-no creas que yo no estoy en las mismas. No hemos ido a esa casa, pero aun
así es imposible saberlo sin tener esa llave, o lo que sea que abra ese
relicario.
-Debí
haberme sustraído ese relicario de aquella casa-manifestó lanzándose a la cama
que juntas habíamos construido en el piso.
-Y
eso que eras tú la enojada por haber robado una llave de una tumba-reproché
sonriente-ya cálmate, no me hagas perder la poca tranquilidad que me queda.
-Tranquilidad
es lo que yo no tengo-afirmó en un largo suspiro, que me pareció una eternidad-quiero
conocer toda esa historia, no viviré tranquila hasta que no encontremos a esa
niña.
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