El alma de una suicida
Capítulo 10: El
sujeto del altillo
No
quería dar credibilidad ante lo que mis ojos presenciaban. No existía duda
alguna, ese hombre era mi padre y estaba engañando a mi madre. Era un error
pensar que mi vida no se iría directo al
precipicio.
Corrí
a gran velocidad para dar la vuelta, y que el par de tórtolos no se dieran
cuenta de mi existencia. Cuando al fin sentí la puerta de mi casa, los dos amantes continuaban abrazados. Entré
llena de un sinfín de emociones, pero sobre todo, la ira, rabia y tristeza.
-Gracias
a Dios que has llegado antes que papá-dijo Jacob al verme-hubiera sido un
problema si te encontraba afuera.
No
pude balbucear palabra alguna. Le entregué el comprado y subí de inmediato a mi
habitación.
No
quería saber nada. No podía soportar la imagen que acababa de presenciar en mi
cabeza, pero lo había visto, podía dar fe de ello.
Los
gritos no se hicieron esperar, de seguro mi padre estaba enojado por mi falta
de presencia. Bajé los escalones, dudosa de la forma en que debía tratar a ese
traidor.
-Yo
vengo cansado de trabajar y resulta que la estúpida de mi mujer no está y tu
hermana está en su cuarto-gritó a Jacob-¿Acaso no pueden recibirme como es
debido?
¿Quién
se creía él para hablar de esa forma?, seguramente tenía esa amante desde hace
tiempo, ¿Acaso no le bastaba engañarnos?
-Tú,
chiquilla, ¿qué no sabes saludar?-me apuntó furioso.
-No.
Yo no saludo a una porquería-aventuré a decir. No podía calmar la adrenalina
que circulaba en mis venas.